Ayer fue un día muy especial, inicialmente por ser cuando se celebra en Cuba el Día de los Padres; pero también por ser una jornada durante la cual la confusión me abruma. Pues, realmente no termino de asumir si en este día debemos celebrar a nuestros padres o congratular a nuestros hijos. Por supuesto; es un alegre desconcierto que despierta mi ánimo de sutilizador y, sobre todo me fuerza a preguntarme: ¿Qué sumatoria de alegrías y conocimientos debo a mi padre y a mi hijo? ¿Cuántos misterios han despertado en mí, cuánta fe? Probablemente sin advertirlo. Imposible saber, a cuál de ellos debo más.
Tanto así, como a mis otros padres y a mis diversos hijos. Dado que, -y afortunadamente-; tengo a mi papá biológico vivo además de cercano; además de un vástago; quien aunque no esté tan cercano como quisiera (en términos físicos) siendo que vive allí, en la hermosa Habana de todos los cubanos; suelo creer que compartimos lazos afectivos y espirituales bien apretados y firmes. Sin embargo; tal como antes dije: tengo otros hijos y otros padres. Adquiridos por elección, por fortuna o, por casualidad. Algunos de esos padres pueden incluso compartir mi edad; algunos de esos hijos quizás sean mayores que yo.
Tengo, por ejemplo; un padre cuyo nombre nunca supe, que me acogió en su casa y me dio una cama junto a sus hijos en una noche perdida de mi adolescencia en un remoto lugar llamado Piedra. Del mismo modo en que tengo un hijo; Miguel, de memoria prodigiosa; un niño de 10 años que allá en la Upata venezolana me descubrió los relatos de Khalil Gibran mientras yo intentaba prepararlo como narrador oral escénico durante los interludios entre sus dos trabajos y la escuela. Tengo maestros y maestras; que fueron mis padres en momentos cruciales de mi vida; sus enseñanzas, sus desafíos, las dudas y certezas que en mi sembraron; viajarán conmigo por siempre.
Mis tíos y tías así lo fueron. Poetas quienes descorrieron el velo de Maya abriéndome las puertas de lo desconocido. Filósofos diversos; haciéndome partícipe del vértigo, el riesgo y la necesidad que suponen la búsqueda de las verdades del universo y el sentido de la vida. John Lennon, Bob Dylan y Silvio Rodríguez son tan mis padres como Marx, Lao Tse, Aristóteles o Jean Paul Sartre lo son. Igual que son mis hijos los aprendices del taller espectacular de Güines, los estudiantes de la Universidad Agraria o, de la Escuela de Instructores de Arte; los jóvenes cineastas de Cámara chica; una pequeña niña que un día me dibujó una flor para que nunca olvidara su nombre; un actor para el cual escribiera un texto; todos los niños que gritaban emocionados durante las representaciones del Romance de la Luna y el Carrusel. Todos los actores de Caballito Blanco; todos son mis hijos, todos son mis padres.
Así también, los que no puedo nombrar puesto que son los más entrañables. Estos, mis padres e hijos adquiridos enriquecen cada día mi existencia, llenan mi vida, la completan. De cada uno de ellos y, de su conjunto obtengo habitualmente un referente para compartir con el padre de mis días y el heredero de mi sangre. Sabiendo que mi corazón gravita entre la inocencia de Alfredo Troche Martínez y la experiencia de Carlos Manuel Troche; ¿o viceversa? Vaya entonces pues esta congratulación para todos los padres y también para todos los hijos. Felicidades.

Y con este muy reciente poema me despido…
Grupo de compra y venta.
Compro un corazón que sea sordo a los halagos.
Cambio cama imperial por catre democrático.
Alquilo una hamaca con su árbol y su sueño.
Vendo un diccionario que no recoge la palabra: odio.
Compro cualquier pedacito de verdad.
Cambio un consejo sano por la palabra: gracias.
Alquilo cualquier persona que quiera escuchar.
(Se aceptan propuestas).
Vendo la mitad de la ignorancia que me toca.
Cambio, un vaso medio vacío por uno medio lleno.
Alquilo, sugerencia útil; aunque me la digan de mala forma.
Compro, mentiras piadosas o verdaderas buenas noticias.
(No importa el precio).
Cambio, falsas sonrisas por insultos reales.
Alquilo, un desintegrador de malas intenciones.
Vendo propósitos felices sin daños a terceros.
Y, si lo necesita; también puedo regalarle un hola, o un adiós de primera mano.
Interesados, al privado.